domingo, 18 de enero de 2009

EVALUACIÓN DE LA SECUENCIA.


Ya evalué el diseño de la unidad didáctica en una entrada del blog. Comenté aquí que la secuencia didáctica necesitaba algunas mejoras, como la atención a la diversidad. Luego caí en la cuenta de que el propio alumno va a marcarse su ritmo de trabajo. Por ejemplo, en la consecución de la tarea final, fueron ellos mismos los que seleccionaron los voluntarios para leer en público, ya que hubo un grupo que sentía rechazo a la lectura en voz alta en un auditorio. Igual pasó en la realización de las actividades encomendadas: como aumentaban en nivel de dificultad, los alumnos con un ritmo de aprendizaje más lento (y, como no, los más distraídos y revoltosos) no conseguían terminar todas las actividades.


Para hacer una evaluación más sistemática de la secuencia didáctica, me serví de unos ítems o preguntas que me objetivizaron la labor evaluadora de la secuencia:

1. ¿El material ha dado la posibilidad de reutilización de otros aspectos ya trabajados?
2. ¿Es un material que tendrá continuidad, o sea que juega un papel necesario y coherente en la secuencia didáctica?
3. ¿El nivel de complejidad lingüístico de la tarea era asumible?
4. ¿Ha resultado un reto demasiado débil? ¿Demasiado duro?
5. ¿Ha habido dificultades extralingüísticas?
6. ¿Doy información de los progresos conseguidos así como de las dificultades encontradas?
7. ¿Planteo actividades que aseguran la adquisición de los objetivos didácticos previstos y las habilidades y técnicas instrumentales básicas?
8. ¿Propongo a mis alumnos actividades variadas (de diagnóstico, de introducción, de motivación, de desarrollo, de síntesis, de consolidación, de recuperación, de ampliación y de evaluación)?
9. ¿En las actividades que propongo existe equilibrio entre las actividades individuales y trabajos en grupo?

Las respuestas a preguntas como éstas me indicaron que, además de ciertas modificaciones en el diseño de la secuencia, serían convenientes también algunas en el sistema de evaluación y calificación aplicado al alumnado. En primer lugar, me resultó un poco difícil, con la actividad que propuse, un diagnóstico inicial del alumnado, por lo que, realmente, no pude medir de manera objetivo el rendimiento a lo largo del desarrollo de la secuencia. De igual modo, me di cuenta de que la plantilla que utilizaba para corregir la expresión y el contenido de la tarea final (la escritura de un relato o de un cuento) no era suficiente ni objetiva.


Hay aspectos, en cambio, que no cambiaría de la secuencia. Por ejemplo, las actividades presentadas fueron bastante motivadoras para el alumnado. Me dijeron que querían volver a utilizar las canciones en clase y, la verdad, creo que es un instrumento muy válido para trabajar la comprensión oral. La viñeta cómica humorística también les llamó mucho la atención y desplegaron un gran interés en ella, sobre todo, en las actividades de tipo oral (la propuesta de vocabulario nuevo para utilizar en el relato, por ejemplo).


Me pareció muy provechosa la inserción de la lectura semanal en las actividades de la secuencia didáctica. Normalmente, suelo utilizar la lectura como algo independiente del temario que se desarrolla en clase. Sí que utilizamos una guía de lectura donde se incluyen cuestiones morfológicas, sintácticas, léxicas… pero nunca lo había hecho de una forma tan activa y, por otro lado, ejemplificante para los alumnos. Los propios contenidos de la secuencia didáctica (por ejemplo, los elementos de la narración que repasaron) me permitieron conectarla con contenidos trabajados anteriormente donde se había profundizado en los elementos de los textos narrativos. Viene bastante bien, para el afianzamiento de los contenidos, el repaso de conceptos (y, por supuesto, la re-utilización de éstos).


Quisiera acabar esta auto-evaluación con una reflexión general sobre el desarrollo de nuestras clases. El curso que estamos concluyendo no sólo me ha venido bien para aumentar y mejorar mi competencia, sino también para caer en la cuenta de que debemos relegar a un segundo plano el estudio de la literatura de una forma memorística y tediosa. El desarrollo de secuencias didácticas en el aula nos obliga, en cierta forma, a potenciar la competencia lingüística de nuestros alumnos, a favorecer las cuatro destrezas básicas: lectura, escritura, escucha y habla. Éstas son las que van a serles realmente útiles en su vida diaria, cuando terminen sus estudios de Educación Secundaria Obligatoria, independientemente de que después los continúen o no. Creo, por tanto, que no sirve de nada que memoricen listados de autores y obras si no consiguen, al terminar la secundaria obligatoria, hablar adecuándose a diferentes contextos comunicativos, escribir de manera correcta o entender e interpretar lo que oyen y leen.

sábado, 10 de enero de 2009

PLANILLA DE VALORACIÓN – CORRECCIÓN DE LA UNIDAD

Aunque el trabajo que llevo realizado necesita muchas manos de aderezamiento y de sistematización, me he atrevido a evaluar el esbozo de secuencia que llevo hasta ahora. Para ello, he utilizado el siguiente autocuestionario:

1. ¿Me resulta atractiva la propuesta? ¿Por qué?

Es lo que más ilusionada me tiene. Creo que, además de atratactiva, puede llegar a ser muy gratificante y fructífera. Me servirá para comprobar el resultado que tienen actividades que, normalmente, no utilizamos en clase.

2. ¿Los ejercicios, actividades y tareas que propongo juegan un papel necesario y coherente en la secuencia didáctica?
Todas las activadades y ejercicios ayudan a la consecución de la tarea final que propongo. Sirven para adiestrar y motivar a la alumno en el comienzo y desarrollo de la U. D.

3. ¿Favorezco, al menos, tres de las competencias básicas que recogen el R.D. 1631/2006 y la Orden 10 de agosto de 2007?

Competencia en comunicación lingüística.
Competencia matemática.
Competencia en el conocimiento y la interacción con el mundo físico.
Tratamiento de la información y competencia digital.
Competencia social y ciudadana.
Competencia cultural y artística.
Competencia para aprender a aprender.
Autonomía e iniciativa personal.
He resaltado en negrita las competencias básicas que intento favorecer (además de la lingüística, claro está). La unidad favorece la competencia digital y la búsqueda de información, además de acercar al alumno a la tradición oral de los cuentos (competencia cultural), incentivarlo a extraer las ideas más importantes de un cuento literario y no literario (aprender a aprender) y, entre otras cosas, que sea autónomo y tenga iniciativa personal a la hora de elegir un argumento para su cuento.

4. ¿Movilizo, mediante la secuencia, subcompetencias lingüísticas como las que se adjuntan?

Competencia fáctica: lectura, escritura, habla y escucha.
Competencia sociolingüística: diastrático, diafásica, diatópica, diacrónica.
Competencia pragmática: discursiva, funcional y estratégica.
Competencia lingüística: gráfica, fónica, morfosintáctica y léxico-semántica.
Todas las subcompetencias que componen la fáctica se ven representadas en la fáctica. Se intenta favorecer, además, la sociolingüística haciendo que el alumnado aprenda a diferenciar los registros de un cuento tradicional y de un cuento literario. La subcompentencia discursiva se trabajará en el intercambio de opiniones constante que tendrán que llevar a cabo. Por último, las compentencias gráficas, fónica, morfosintáctica y léxico-semántica se tendrán en cuenta en la realización de actividades orales y escritas.

5. ¿Planifico mi actividad educativa de forma coordinada con el resto del profesorado (ya sea por nivel, ciclo, departamentos, equipos educativos y profesores de apoyos)?

He comunicado al profesorado del departamento que da clases en el mismo curso de educación secundaria (3º) la iniciativa que voy a llevar a cabo. No sólo han mostrado interés por ella, sino que se han animado a introducirlas en sus clases también.

6. ¿Formulo los objetivos didácticos (sin excederme en número) de forma que expresan claramente las habilidades que mis alumnos deben conseguir?

Quizás tenga que modificar algunos de mis objetivos cuando dé el formato definitivo a la secuencia. Considero que algunos de los objetivos que he propuesto deberían aparecer más especificados.

9. ¿Planifico las clases de modo flexible, preparando actividades y recursos (personales, materiales, de tiempo, de espacio, de agrupamientos.) ajustados al Proyecto Curricular, a la programación didáctica y, sobre todo, ajustado siempre, lo más posible a las necesidades e intereses de los alumnos?

Hecho en falta, en este punto, la realización de actividades concretas de atención a la diversidad. Se trata de un grupo que presenta diferentes ritmos de aprendizaje. Tendré que proponer actividades de refuerzo para los que tengan un ritmo más ralentizado y de ampliación para los que estén más avanzados.

viernes, 9 de enero de 2009

SECUENCIA DIDÁCTICA: EMPEZAMOS A CONTAR LOS DÍAS.

Mis alumnos muestran muy a menudo incertidumbres y dudas cada vez que se ponen a escribir un relato, una descripción, una artículo... o cualquiera de las tareas escritas que les encomiendo. Estábamos realizando un ejercicio de lectura comprensiva sobre el libro Cuentos de los días raros, de José María Merino, y entonces pensé: ¿Por qué no darles pautas para que al final de la secuencia escriban un cuento literario? ¿Por qué no publicarlos en una breve antología escolar que pudieran leer para celebrar el Día del Libro? ¿Sobre qué tema? Indagué en algo que realmente les pudiera interesar - el amor, la amistad, el rechazo de las drogas, la estética... - y caí en la cuenta de que cualquier día en la vida de nuestros adolescentes podría estar repleto de todas estas inquietudes. Gracias, José María, por prestarme tu inspiración a través de tu libro.
Quedaba el segundo paso: ¿Cómo? ¿Cuál iba a ser mi primera actividad? Y ahora la ideas provenieron de la música. Comencé a recopilar canciones que hablaran sobre los días: Manolo García, Amaral, Malú, Shakira, Quique González... Reflexionarían sobre ellas en grupo y se darían cuenta de que cualquier evento que pudiera ocurrirles un día podría ser el argumento para escribir un cuento. Trabajaríamos aquí el habla y la escucha.
Después tocaba ampliar su vocabulario y trabajar con imágenes. ¿Una viñeta? Sí, ese sería el ejercicio del que podría partir para que comenzaran a mejorar la expresión escrita.
Seguiríamos con algo de lectura. En grupos de cuatro, tendrían que seleccionar un cuento de José María Merino (los alumnos ya tienen el libro), argumentar el porqué de su selección y explicar oralmente la historia que se cuenta, los personajes que aparecen, el tiempo en el que se desarrollar la acción, los lugares... Lo expondrá un portavoz elegido por el grupo.
Tendríamos ocupadas un total de seis sesiones; quedarían, por tanto, dos para la tarea final: la escritura del cuento. Para ello, les ofreceríamos una pautas de escritura del cuento y les enseñaríamos las diferencias que existen entre el cuento tradicional y el literario.
Comenzamos la andadura de nuestra secuencia, que, evidentemente, no se queda en estas ocho sesiones. Incentivaríamos al alumnado a que escribiera los hechos más destacados de sus días en un diario.